Tienes un e-mail…contra la depresión

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Abrir un email es como comprar un billete de lotería…lo que lees puede ser un auténtico premio…o resultar algo frustrante. Quizá la analogía no sea muy exacta, pero lo cierto es que en ocasiones ver el aviso de correo y hacer click sobre él puede cambiar nuestro día para bien o para mal. Unos investigadores de la Universidad de Melbourne (Australia) se han dado cuenta de este potencial del correo electrónico para cambiar emociones y comportamientos y han tratado de adaptarlo para uso en el contexto terapéutico.

Según plantean Morgan, Mackinnon y Jorm (2013) en el último número de Behaviour Research and Therapy, recibir e-mails automáticos que tratan de promover el uso de estrategias de autoayuda contrastadas puede tener efectos positivos sobre la mejora del ánimo en personas con síntomas subclínicos de depresión. Para comprobar esta hipótesis, llevaron a cabo un estudio en el que participaron 568 adultos (79% mujeres), de entre 18 y 78 años (media de edad de 36.3 años) residentes en distintos países angloparlantes. Todos ellos tenían síntomas de depresión subclínica –es decir, no llegaban a tener un diagnóstico de este trastorno-, pero algo más de la mitad de ellos habían tenido episodios de depresión y –aunque muchos menos- algunos habían padecido otros trastornos, como el bipolar o problemas psicóticos. Estos participantes fueron asignados aleatoriamente a dos condiciones experimentales, que se diferenciarían por el contenido de los e-mails que iban a recibir los miembros de cada grupo. Tanto antes como después de la intervención, los investigadores evaluaron el uso de estrategias de auto-ayuda y el estado de ánimo de todos los sujetos. Aquellos que se encontraban en la condición de tratamiento recibían 12 e-mails enviados automáticamente por un servidor informático durante 6 semanas. En cada uno de estos e-mails se presentaba una explicación de las estrategias de auto-ayuda (ver tabla adjunta), la base de su eficacia, indicaciones para ponerlas en práctica, sugerencias para superar barreras a su implementación y unas frases motivando a su uso por el receptor del mail. Los participantes del grupo control, en cambio, tan sólo recibían mientras tanto información general sobre los trastornos depresivos, sin ninguna sugerencia especial de acción.

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Los resultados señalaron que, en general, estar en la condición de tratamiento incrementó en uso de estrategias de auto-ayuda y que el aumento del uso de estas estrategias era lo que explicaba la mejora del estado de ánimo de los participantes en esta condición. Es decir, que globalmente el procedimiento había resultado eficaz. En un análisis adicional, los investigadores trataron de ver qué había ocurrido con cada una de las estrategias que eran promovidas por los e-mails en particular. Los resultados revelaron que, para la mayoría de las estrategias de auto-ayuda, el haber recibido los e-mails había fomentado su uso y ello se asociaba a una mejora del ánimo. En particular, las estrategias que parecían haber tenido un mayor efecto fueron “salir de casa por al menos un tiempo cada día” e “involucrarse en una actividad que proporciona una sensación de logro”. Sin embargo, en otros casos –como se obtuvo para la sugerencia de «llevar una dieta equilibrada y comer sano»- haber recibido un e-mail al respecto no incrementaba el uso de la estrategia, aunque ésta sí estaba asociaba con la mejoría en los síntomas de depresión. Finalmente, para otras estrategias –como la referida a «probar métodos para mejorar el descanso nocturno»- se comprobaba que, aunque recibir los e-mails sí había incrementado el uso de la estrategia, esta no se relacionaba en realidad con mejoras en el estado anímico.

En definitiva, el uso de e-mails puede ser una herramienta más a incorporar en el ámbito psicoterapéutico. Los resultados de este estudio ponen de manifiesto que los mensajes que incluimos en ellos pueden contribuir a modificar el ánimo de las personas que los reciben; más aún, si en ellos se proporcionan pautas concretas sobre los beneficios y la puesta en práctica de las instrucciones terapéuticas oportunas, con ello se va a favorecer la implementación efectiva de estas por parte del paciente. Las posibilidades del contacto a través de e-mail pueden ser notables, no sólo permiten llegar al destinatario del mensaje en prácticamente cualquier circunstancia y hacerlo de forma personalizada, sino que además resulta ser una herramienta económica y –si se emplea la automatización como en este caso- requiere relativamente poco esfuerzo por parte del terapeuta. Así las cosas, parece que estos e-mails terapéuticos siempre tienen premio.

Puedes acceder a la web del proyecto Mood Memos-Emails to improve your mood aquí.

Puedes acceder al artículo de Morgan et al. (2013) aquí.

Referencia del artículo:

ResearchBlogging.orgMorgan AJ, Mackinnon AJ, & Jorm AF (2013). Behavior change through automated e-mails: Mediation analysis of self-help strategy use for depressive symptoms. Behaviour research and therapy, 51 (2), 57-62 PMID: 23262114

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